Los cachorros siguen creciendo y son la alegría de la casa. Cada día más divertidos, nos buscan para jugar, se pelean… sin embargo es ahora cuando empezamos a ponernos algo tristes… se va acercando el momento de irse con sus nuevas familias y siempre es una sensación agridulce.
Realmente ayuda mucho el pensar que los nuevos propietarios de nuestra camada nos han resultado personas serias, nos han dado muy buen feeling, e incluso nos han enseñado el nuevo hogar del cachorro para que nos sintiéramos tranquilos y conociéramos donde vivirá ahora el perrito. Y es que cuando nos llaman para pedirnos un cachorro en ocasiones te quedas pasmado. En nuestra corta experiencia hemos podido escuchar ciertas frases que estremecen si piensas detenidamente en la posibilidad de que ciertas personas adquieran un perrito… (“quiero un cachorro para un terreno porque allí no vamos nunca para que proteja e iríamos a rellenar las tolvas de comida y agua una vez al mes”, “quiero un macho enorme porque sé entrenar perros de este tipo y me gustan que ataquen y muerdan si es preciso”, “quiero un cachorro pero para entregar en septiembre para no estropearme las vacaciones”) Hay mucha gente que adquiere un cachorro por la razón equivocada pero a no ser que nos mientan es fácil detectarlo… En ese caso, creo que hay que ser sensato, cuidar esas vidas que están ahí por nuestra decisión y buscarles familias que los quieran, igual o mejor de lo que lo haríamos nosotros.
En el pasado creíamos mucho más que las personas comprendían lo que era realmente tener un perro, responsabilizarse de él, con todo lo que eso implica, educarle. Desgraciadamente hemos comprobado que no es así. Nos han mentido y lo que en principio era un cachorro mimado en unos meses era un cachorro abandonado en un patio, apenas alimentado, castigado por romper cosas cuando no recibía ningún tipo de atención ni juego y para colmo la responsabilidad cayó sobre el pobre perrito argumentando que era un demonio y merecía morir eutanasiado o dedicado a la cría para obtener beneficio…. Esto fue algo realmente monstruoso pero con final feliz puesto que se pudo solucionar y ahora tiene otro dueño, uno coherente y cariñoso que le da atención y cuidados. En casa, cada cachorro es de la familia, mimado y cuidado al extremo hasta que tenga una nueva y buena familia que comprenda que se responsabiliza de una vida… no una cosa, ni un juguete… ES UN SER VIVO…
Al igual que el que busca un criador entre muchos hasta encontrar el que le gusta, nosotros seleccionamos también a las nuevas familias de nuestros cachorros, negando la venta a todo el que, por los motivos que sean, creemos no podrán atender al cachorro a lo largo de toda su vida como se merece, tanto física como psicológicamente. Nuestra finalidad será siempre que nuestros perros sean unos perros sanos y felices con unos dueños satisfechos.
No hay nada más bonito que mirarles a sus ojos y decirles con tu mirada “no te preocupes… yo te cuido” y dejarlos en manos de otra persona que tenga exactamente esas palabras en sus ojos.
Todo va cambiando (esperemos que algún día las disciplinas más antiguas se libren del lastre del obscurantismo) la gente se va “tecnificando” y haciendo las cosas cada vez con más formación y conocimientos (no información, con eso no basta) y en el mundo de la cría parece que los “juntaperros”, los “ganaderos” cada vez lo tendrán más complicado si quieren competir en un mercado con criadores que piensan cada paso que dan en sus métodos de cría. Laura Vidal es una de las que intenta aprender en cada seminario al que asiste para mejorar la cría y selección de sus Cane Corsos