El juego es algo fundamental ya desde la etapa de cachorro de un perro. Mediante el juego los cachorros de Cane Corso aprenden con sus hermanos y con su madre prácticamente todos los comportamientos que van a formar parte del repertorio de conductas del perro adulto. Aprenden a adoptar las posturas de dominancia y sumisión, a controlar la mordida, las conductas sexuales, la conducta de caza, además de cómo coordinar los movimientos, saltos y caídas.
Y no es casualidad que se comporten así. Instintivamente a través del juego se crea una adaptación a su entorno inmediato, lo que en el futuro facilita el acercamiento a cualquier estímulo nuevo que le pueda surgir, teniendo una respuesta distinta para cada situación diferente.
Todas estas conductas se van experimentando mientras los cachorritos juegan unos con otros, y aún en la etapa de adulto podemos seguir viéndolos cuando interactúan entre ellos, mostrando un repertorio de invitaciones al juego facilitando entre ellos un acercamiento que acabará en un buen rato de diversión. Por lo tanto, el juego es esencial para que un cachorro se desarrolle de manera equilibrada conductual y fisiológicamente hasta la etapa de adulto. Los perros que no han jugado en su infancia pueden desarrollar problemas de comportamiento como falta del control en la mordida, agresividad y juego descontrolado, intolerancia al contacto, miedos, conductas destructivas, etc.
En perros grandes como el Cane Corso es especialmente importante que aprendan el control de la mordida, para evitar problemas y accidentes en adultos. Para ello, y como parte principal de la socialización de nuestros cachorros dejamos que experimenten a través del juego con su madre y hermanos todo tipo de situaciones.
Estos cachorros posteriormente, deberán continuar su socialización con sus nuevas familias. Los cachorritos experimentarán su instinto de caza mordiendo pies y manos al movernos por la casa y habrá que facilitarles el juego con juguetes que se muevan y se estimule en ellos esta conducta, si es posible todos los días en pequeños espacios de tiempo para no fatigar en exceso al cachorro. Le encantará si movemos los juguetes que cuelgan o si los movemos rápido por el suelo. De esta manera seguiremos dando salida a sus instintos y además fortaleceremos el vínculo con el perro desde sus inicios.
Igual de importantes son los juguetes interactivos, ideados para que el animal desarrolle su capacidad cognitiva y relacionados habitualmente con el hecho de conseguir comida.
Resumiendo, y teniendo en cuenta que todo lo que puede aportarnos el juego en la relación con nuestro nuevo amigo es positivo, podríamos afirmar que el juego es lo más importante en la educación y aprendizaje de un perro.
Laura Vidal
Laura Vidal
Acher